Paso



En que se basa y que elementos son los que han dado forma a la talla del paso de misterio de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras, es una novedad estética, que los cofrades granadinos y de Andalucía, han seguido con interés y permítaseme, también con admiración. Así que adentrándome en el Real Monasterio de la Cartuja de Granada y con la venia del autor del diseño, Luis Ignacio Fernández-Aragón Sánchez, voy a intentar describirlo.

Desde la concepción del paso, la Hermandad buscó un proyecto que siguiendo la línea barroca propia de la Semana Santa andaluza conjugara la originalidad y creatividad con una marcada identidad y estética granadina. En 1992 Fernández-Aragón fue dando cuerpo a un boceto que se hizo realidad a lo largo de la década de los noventa. Ejecutando la talla, de mano de quien mejor podía hacerlo en ese momento, a criterio del autor y la Cofradía, los artistas hispalenses, Antonio Ibáñez y Joaquín Pineda.

El paso toma su base e inspiración en el citado Monasterio granadino. Siguiendo de este modo la Hermandad en su Estación de Penitencia del Domingo de Ramos, al espíritu de la Orden Cartujana, profundizando en el constraste de la opulencia barroca del trono y la austeridad del cortejo penitencial y nazareno. El cartujo confronta su vida, su celda y el entorno del propio Monasterio, sobrios y austeros, con el derroche de pura ornamentación de la Iglesia, la Sacristía y el Sancta Santorum, que pretenden exaltar a Dios convirtiéndose para el hombre en antesala de la excelsa realidad Divina por descubrir.

En el paso como en la Cartuja el ornato está por encima de lo esencialmente constructivo, la escultura y la arquitectura combinan sus posibilidades convirtiéndose en una ilusión óptica en tres dimensiones.

La canastilla es un compendio entre el Sancta Santorum que realizara Hurtado Izquierdo en el siglo XVII, donde la vista no encuentra un sitio en el que reposar y la Sacristía, donde se crea una atmósfera sana, envolvente y transparente, a base de pilastras retorcidas, ingrávidas y ligeras, simples contrafuertes interiores que en nuestro paso, figuran en su exterior. Así en cualquiera de sus esquinas el canastillo comienza por estas recargadas pilastras, que más allá de su papel de soporte sirven de excusa para quebrar el ritmo arquitectónico.

Le siguen a las pilastras, unos carretes en forma de volutas donde irán unos angelitos sentados, continuamos con unos tableros rectangulares en curva con ménsulas decoradas e igualmente recargadas con profusión de hojarascas y que van dando mayor movimiento al paso. Más adelante aparecen unas capillas flanqueadas por columnas salomónicas exentas,  de capitel corintio, apoyadas en altos pedestales y de nuevo pilastras y todo el conjunto rematado por una cornisa que alterna curvas y rectas. En el interior los arcos de medio punto aparecen unas conchas, símbolo de la Inmaculada Concepción de María. En la parte central de cada lado una cartela claramente destacada, con perfiles geométricos que se superponen en varios planos, que será dotada en su día por bajo relieves policromados con pasajes de cuatro Evangelios de Cuaresma.

La quebrada cornisa superior de la canastilla se remata con intercalado de piezas de origen vegetal y natural inspiradas en los adornos de la sacristía y todos los espacios superiores de la sillería de la iglesia y que se alternan con pináculos como los que figuran encima del primer cuerpo del baldaquino del Sancta Santorum. Ni que decir tiene que los abiertos y elegantes candelabros de guardabrisas cargados de volutas que semejan las ramas cimbreantes de un árbol, multiplican el efecto de grandiosidad y movimiento del conjunto.

En las esquinas de este canastillo serán colocadas esculturas exentas que simbolizarán a las Sibilas -que se estrenan en Madrid dos de las cuatro-, personajes que representan a las profetizas, que en el mundo pagano, anunciaron la venida del Salvador. Todo el canastillo emerge a modo de templete como en el Sancta Santorum, deonde capillas, columnas, pilastras, cartelas y la integridad de ese monumento desbordante de lujoso barroquismo, va ensalzando y rindiendo tributo al misterio pasional que triunfa sobre ellos.

El cuerpo inferior de la canastilla lo compone una moldura con perfil tipo escocia, y que se adapta a las necesidades estructurales y arquitectónicas del cuerpo superior, adelantándose o retranqueándose respecto a los planos que definen el perímetro del conjunto. Multitud de molduras, filetes y contramolduras que se acompañan de quebrados en un fantástico juego. Estas a su vez se decoran en su interior con motivos geométricos salidos de cajoneras, puertas y alacenas.

El moldurón normal de este tipo de pasos que separa canastillo y respiradero aquí se sustituye por un entablamento arquitectónico con sus tres partes correspondientes, arquitrabe, friso y cornisa.

Ya en el respiradero se va sucediendo, en todo su perímetro, una destacada moldura en curva y contracurva que remata el conjunto y que en su discurrir deja centradas unas cartelas en óvalo. Todos los movimientos se enmarcan y rodean de lo vegetal que procura un juego de luz y de alternancia de ritmos. La gran moldura y las figuras van resbalando por la inquietud caprichosa tallada por el más complejo virtuosismo.

La estructura de la canastilla provoca una serie de ejes verticales que se recogen en la configuración de los distintos paños del respiradero de forma que la lectura de ambas piezas en conjunto se entiende tanto en sentido horizontal como en el vertical.

En sus esquinas cabecitas aladas de ángeles querubines flanquean los cuatro lados del paso. Que se 'arma' en su frontal y trasera de sendas maniguetas de grandes hojarascas.

Como remate final de lo cartujano, la mismísima túnica de Jesús Despojado bordada en oro fino por el sevillano García y Poo y diseño del mismo Luis Ignacio Fernández-Aragón. Vestidura que en sus bajos recoge una sucesión de seis óvalos enmarcados, basados en las figuras curvas de los mármoles de los paramentos laterales del Sancta Santorum y que se completan con motivos cristianos y pasionistas. Igualmente en las mangas aparecen dibujos geométricos del intradós de los arcos lobulados que conforman la arquitectura del primer cuerpo del baldaquino del Sancta Santorum y de la taracea de las cajoneras de la sacristía.

La Cartuja, ese canto del cisne del barroco andaluz e hispánico, decía Gallego Burín que no tuvo seguidores porque era difícil mantener el tono allí logrado. Viendo el conjunto de este paso, seguramente Don Antonio, hubiera añadido unas palabras al final de su recorrido Monacal.

Descripción del paso de misterio de Jesús Despojado publicada en  la 'Guía de Semana Santa, Jesús Despojado, 2002' por Fernando Egea Fernández-Montesinos.